domingo, 9 de octubre de 2011

Ese cielo tan azul

El cielo... Ese maravilloso conjunto. ¿Sabéis qué? Me identifico con cada uno de sus elementos. Con el sol, cuando sus rayos nos alegran el día, cuando el calor nos abrasa, cuando no importa qué o quién lo mire, cuando parece no importarle nada ni nadie.
Con la luna, solitaria y hermosa. Una bella flor a la que pocos conocen de verdad y muchos la creen conocer a la perfección. Llena de cráteres, heridas hechas sin razón.
Con las estrellas, que iluminan la noche, brillan como nunca, son el centro de atención.
Con las nubes. Blancas y alegres acompañantes del sol. Con el vacío que tienen dentro, que dejan que todo les pase a través. Cuando se vuelven grises, que parece que su estado de ánimo cambia.
Pero con lo que más me identifico es con la lluvia. Ese conjunto de frías gotas de agua, el lloro de las nubes. Derramadas sin explicación ninguna. Sólo por la impotencia que sienten, por estar hasta reventar y no poder aguantar más. Porque eso es lo que yo siento, y todo por tu culpa. Un niñato que se cree el centro de atención y qué, sin razón alguna, ha robado mi corazón sin dejar ni rastro. No sé por qué tuviste que aparecer en mi vida y fastidiar todos mis planes. No sé por qué tuve que enamorarme de ti, mi sueño imposible ¿Y sabes qué es lo más curioso? Que no te identifico con ninguno de los elementos del cielo. Porque eres una mezcla de todos ellos. Eres mi cielo, mi razón de la existencia. Y aún así te odio. Pero no puedo controlar esto que siento.

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